jueves, 27 de febrero de 2014

GTA SPANO: EL LOBO VELOZ

Domingo Ochoa, un antiguo mecánico de competición, ha creado en Valencia «el Vega Sicilia de los coches». Cuesta 725.000 euros y ha sido elegido para una película de Hollywood junto a las joyas de Bugatti, McLaren o Lamborghini. Su logotipo lo dice todo.









Mientras lee esta frase, el GTA Spano ha pasado de 0 a 100 km/h. No llega a tres segundos. Este espectacular prodigio del diseño ha sido elegido para coprotagonizar una película de Hollywood que va de coches: 'Need for speed'. El Spano compartirá cartel con el Bugatti Veyron, el Pagani Zonda, el Koenigsegg Agera, el McLaren P1 y el Lamborghini Sesto Elemento. Seis cochazos y uno es valenciano.
El invento es una rareza en España, un país poco dado a estos lujos desde que desaparecieron el Hispano Suizo de los años 30 por culpa de la Guerra Civil y el Pegaso de los 50, cuando Franco decidió que se dejaran de fabricar bólidos para centrarse en los camiones. De estos últimos, solo se hicieron 84 unidades, que hoy son piezas de coleccionista muy codiciadas por las que se pueden llegar a pagar más de dos millones de euros.
«Eran coches superiores a los Ferrari». La puntualización es de Domingo Ochoa, el padre del Spano, un hombre de 49 años que, después de muchos vaivenes, ha conseguido crear el coche de sus sueños y sacarlo adelante. El deportivo, que lleva un lobo en su logotipo -el significado de su apellido vasco en castellano-, está a la altura de los más prestigiosos y solo le falta algo de solera para irse, por ejemplo, al millón y medio de euros del Bugatti Veyron. Su precio es 725.000 euros, una ganga a estos niveles, un mercado en el que se codean jeques árabes con potentados rusos y multimillonarios chinos. Spania GTA no tiene la fuerza de otras marcas, pero su producto es bueno y, sobre todo, diferente.
La factoría está en Ribarroja del Turia, a 20 kilómetros de Valencia, y cuenta con 28 trabajadores que fabrican de manera artesanal no más de 20 unidades cada año. Les costó despegar y Domingo estuvo tentado de rendirse a los petrodólares -«cualquiera de los emiratos me hubiese pagado cinco veces más de lo que vale», recuerda-, pero resistió y después de endeudarse «hasta límites insospechados» y venderle un prototipo a un acaudalado chino logró el capital para arrancar el motor de Spania GTA. «El cliente existe y está en lista de espera. Tenemos varios años garantizados y, de hecho, vamos a ampliar la plantilla y las instalaciones». De sus nombres no suelta prenda. Es confidencial.
El Spano no es el Lamborghini Sesto Elemento, una serie limitada que se cotiza a dos millones y medio de euros, pero tiene su cartel en el extranjero. «Es curioso, pero nos hacen mucho más caso fuera que en nuestra casa. Hemos salido en la portada del 'New York Times', del 'Sunday Times', de las mejores revistas especializadas... Nuestro coche está considerado el Vega Sicilia de los automóviles».
Antes que en el cine, el Spano circuló por algunos de los videojuegos de bólidos más reclamados. Su modelo es, incluso, la portada del 'Asphalt 8', uno de los referentes. Pero fue un camino con curvas. «No fue fácil encontrar inversores en España. Nos han dado la espalda. Los políticos valencianos decían que no nos apoyaban porque era un coche para ricos, pero ninguno vio que lo que yo hago es sacarle el dinero a los ricos del extranjero para traerlo a España».
Deslumbrar al mundo
El motor de Domingo Ochoa se calienta a la velocidad de esta bestia de 925 CV de potencia, capaz de superar los 370 km/h. Por eso nunca olvidará el momento en el que acabaron el primer prototipo. «El placer del primer día que encendimos el coche, salimos por la puerta de la fábrica y nos dimos una vuelta no se puede explicar». Aquello fue en abril de 2009. La primera venta llegaría un año después: un cliente chino para una colección privada.
El padre de la criatura es un amante de la velocidad -durante la entrevista contesta las preguntas sentado en una silla de rueda porque se ha roto nueve costillas y no sé cuantos huesos más en un accidente de coche- que dejó los estudios con 13 años «por circunstancias familiares».
El primer empeño de Domingo Ochoa fue ser un buen mecánico. Su cuñado le enseñó los secretos del oficio en un pequeño taller de Torrent, en su pueblo. Las vacaciones, obsesionado con pistones y válvulas, las empleaba para seguir aprendiendo sobre electrónica, sistemas de inyección... Al volver de la mili, con 21 años, se enteró de que Ferrari abría un concesionario en Valencia y cada noche, cuando salía del trabajo, se iba a pedir un empleo. Quería trabajar allí, entre la aristocracia del motor. A los dos meses entró y no tardó en ascender porque traía vastos conocimientos de serie.
Pero fue el maestro Toni Lozano quien le formó como mecánico de competición y se familiarizó con vehículos de alta gama. A los 29 años montó un taller en Torrent para hacer coches de carreras. Se hizo un prestigio con los monoplazas que llegaron a conducir Marc Gené, Jaime Alguersuari o María de Villota. Hasta que se encaprichó con crear un deportivo como los que le habían deslumbrado por el mundo, un coche de película.
FUENTE:LAS PROVINCIAS




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